domingo, 7 de octubre de 2012

Capitulo 7



Bésame, maldita sea! Le suplico, pero no me puedo mover. Estoy paralizada por una extraña y desconocida necesidad, completamente cautivada por él. Miro fijamente la exquisitamente esculpida boca de Justin Bieber, hipnotizada y él me devuelve la mirada, sus ojos escurecidos y entornados. Respira con más fuerza de lo habitual y yo he dejado de respirar por completo. Estoy en tus brazos. Bésame, por favor. Cierra los ojos, respira profundamente y me ofrece una breve señal de negación con la cabeza, como si respondiera a mi silenciosa petición. Cuando abre los ojos de nuevo, lo hace con algún nuevo propósito, una firme resolución.


—____(tn), debes mantenerte lejos de mí. No soy el hombre adecuado para ti —susurra.

¿Qué? ¿A qué viene esto? Ciertamente debería ser yo quien decida eso. Le frunzo el ceño y niego con la cabeza.

—Respira, ____(tn), respira. Voy a ponerte de pie y a dejarte ir —dice en voz baja y me aleja con gentileza.


La adrenalina se ha disparado a través de mi cuerpo, ya sea por el fallido atropellamiento del ciclista o por la embriagadora proximidad de Justin, dejándome ansiosa y débil. ¡No! Grita mi mente cuando él se aleja, dejándome desamparada. Tiene sus manos sobre mis hombros, sosteniéndome con sus brazos extendidos, observando mis reacciones cuidadosamente. Y en lo único en lo que puedo pensar es en que quería ser besada, que lo hice malditamente obvio y él no lo hizo. No me quiere. Realmente no me quiere. He estropeado magníficamente el café de la mañana.

—Lo tengo —respiro, encontrando mi voz—. Gracias —murmuro, inundada de humillación. ¿Cómo pude haber malinterpretado tanto la situación entre nosotros? Tengo que alejarme de él.

—¿Por qué? —Frunce el ceño. Aún mantiene sus manos sobre mis hombros.

—Por salvarme —susurro.

—Ese idi.ota manejaba en sentido contrario. Me alegro de que estaba aquí. Me estremezco al pensar lo que te podría haber pasado. ¿Quieres venir y sentarte en el hotel por un momento?

Me libera, las manos a ambos lados de su cuerpo y estoy de pie frente a él sintiéndome como una tonta.

Con una sacudida, aclaro mi cabeza. Simplemente quiero irme. Todas mis vagas y no articuladas esperanzas han sido frustradas. No me quiere. ¿En qué estaba pensando? Me regaño. ¿Qué querría Justin Bieber contigo? Mi subconsciente se burla de mí. Envuelvo mis brazos a mí alrededor, me giro para hacerle frente a la calle y tomo nota con alivio de que el hombre verde ha aparecido. Rápidamente atravieso la calle, consciente de que Bieber está detrás de mí. Fuera del Hotel, me volteo brevemente para hacerle frente pero no puedo mirarlo a los ojos.

—Gracias por el té y por hacer la sesión de fotos —murmuro.

—____(tn)… Yo… —Se detiene, y la angustia en su voz reclama mi atención, por lo que contra mi voluntad me encuentro mirándole detenidamente. Sus ojos mieles lucen sombríos cuando se pasa una mano por el cabello. Se ve contrariado, frustrado, sus expresiones son crudas. Todo su cuidadoso control se ha evaporado.

—¿Qué, Justin? —espeto con irritación después que él dice… nada. Sólo quiero irme. Tengo que llevarme lejos mi frágil y herido orgullo y de alguna manera cuidar de él hasta que sane.

—Buena suerte con tus exámenes —murmura.

¿Eh? ¿Esta es la razón de por qué se ve tan desolado? ¿Esta es la gran despedida? ¿Simplemente desearme suerte en mis exámenes?

—Gracias. —No puedo ocultar el sarcasmo en mi voz—. Adiós, Señor Bieber.

Me vuelvo sobre mis talones, vagamente sorprendida porque no tropiezo y sin darle un segundo vistazo, desaparezco por la vereda hacia el estacionamiento subterráneo.

Una vez bajo el oscuro, frío concreto del estacionamiento con sus sombrías luces fluorescentes, me apoyo contra la pared y pongo la cabeza en mis manos. ¿En qué estaba pensando? Espontáneas e indeseadas lágrimas llenan mis ojos. ¿Por qué estoy llorando? Me hundo en el suelo, enojada conmigo misma por esta reacción sin sentido. Doblando mis rodillas, me doblo sobre mí misma. Quiero hacerme tan pequeña como sea posible. Quizás así este absurdo dolor sea menor mientras más pequeña me vuelva. Colocando la cabeza sobre mis rodillas, dejo que las irracionales lágrimas caigan sin restricciones. Lloro por la pérdida de algo que nunca tuve. Qué ridículo. Estar en duelo por algo que nunca fue… mis frustrados sueños, esperanzas y mis deterioradas expectativas.


Nunca había recibido un rechazo. De acuerdo… sí era una de las últimas en ser escogida para el baloncesto o el voleibol, pero entendía eso: correr y hacer algo más mismo tiempo, como hacer rebotar o lanzar una pelota, no es lo mío. Soy realmente pasiva en cualquier tipo de deporte.


Aunque románticamente, nunca me he puesto a mí misma en esa posición, jamás. Una vida de inseguridad: soy demasiado pálida, demasiado flacucha, demasiado desaliñada, descoordinada y una larga lista de defectos que continúa. He sido siempre la primera en rechazar a cualquiera que pudiera ser considerado como un admirador. Había un chico en mi clase de química que me gustaba, pero nunca nadie ha despertado mi interés, nadie excepto Justin maldito Bieber. Quizá debería ser más amable con gente a la que le gusto, como Paul Clayton y José Rodríguez, aunque estoy segura que ninguno de ellos ha sido encontrado sollozando a solas en lugares oscuros. Quizás todo lo que necesito es un buen llanto.


¡Detente! ¡Detente ahora! Mi subconsciente está gritándome metafóricamente, de brazos cruzados, apoyándose en una pierna y golpeando con su pie en señal de frustración. Sube al auto, ve a casa y continúa con tus estudios. Olvídate de él… ¡Ahora! Y detén toda esta mi.er.da de regodearte en la autocompasión.

Inhalo profundamente, me estabilizo y me levanto. Espabílate Steel. Mientras me dirijo al automóvil de Kate seco las lágrimas de mi rostro. No pensaré en él de nuevo. Puedo lidiar con este incidente como si fuera sólo una experiencia más y concentrarme en mis exámenes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario