viernes, 5 de octubre de 2012

Capitulo 4 2/3

—Señorita Steele. Qué sorpresa tan agradable. —Su mirada es firme e intensa.

Mi.er.da. ¿Qué diablos está haciendo él aquí, con su cabello prolijamente despeinado, ropa de exterior, con su sweater tejido color crema, jeans y botas de caminar? Creo que mi boca se ha abierto y no puedo localizar mi cerebro o mi voz.

—Sr. Bieber —susurro, porque eso es todo lo que puedo lograr. Hay un dejo de sonrisa en sus labios y sus ojos brillan con humor, como si estuviera disfrutando de alguna broma privada.

—Estaba por el área —dijo a modo de explicación—. Necesito reabastecer el stock de algunas cosas. Es un placer verla de nuevo, Srta. Steele .—Su voz es suave y profunda como el chocolate derretido con caramelo… o algo.

Sacudo mi cabeza para reunir mis ideas. Mi corazón está latiendo frenéticamente y por alguna razón, me estoy sonrojando furiosamente bajo su persistente escrutinio. Estoy anonadada por la visión de él parado frente a mi. Mis recuerdos no le hacían justicia. No es simplemente atractivo, es el resumen de la belleza masculina, te quita la respiración y está aquí. Aquí en la ferretería Clayton. Imagínate. Finalmente, mis funciones cognitivas son restauradas y reconectadas con el resto de mi cuerpo.

—____(tn). Mi nombre es ____(tn) —logro modular—. ¿En qué puedo ayudarlo, Sr. Bieber?

Él sonríe y de nuevo es como si fuera el dueño de algún gran secreto. Es tan desconcertante. Tomando una profunda respiración, pongo mi cara profesional de he-trabajado-en-esta-tienda-por-años. Puedo hacer esto.

—Hay algunas cosas que necesito. Para empezar, me gustaría algunos organizadores de cables —murmura, sus ojos mieles tranquilos pero divertidos.

—Tenemos de varios largos. ¿Desea que le muestre? —digo, mi voz suave y profunda. Tómalo con calma, Steele. Un ligero fruncimiento de cejas marca la bella frente de Bieber.

—Por favor. Guíeme, Srita. Steele —dice. Trato de parecer despreocupada mientras salgo del mostrador, pero en realidad, estoy concentrándome duramente en no caerme con mis propios pies, mis piernas repentinamente tienen la consistencia de la gelatina. Estoy tan feliz de haber decidido usar mis mejores jeans esta mañana.

—Están con los insumos eléctricos, pasillo ocho. —Mi voz es un poco demasiado fuerte. Miro hacia él y me arrepiento casi de inmediato. Demonios, es atractivo. Me sonrojo.

—Después de usted —murmura, haciendo un gesto con sus manos de largos dedos, bellamente arregladas.

Con mi corazón casi ahogándome, porque está en mi garganta tratando de escapar por mi boca, me dirijo a uno de los pasillos de la sección eléctrica. ¿Por qué está en Portland? ¿Por qué está aquí, en Clayton? Y desde una pequeña y casi no usada parte de mi cerebro —probablemente localizada en la base de mi bulbo raquídeo, en donde habita mi subconciente— llega el pensamiento: está aquí para verte. ¡No puede ser! Lo rechazo inmediatamente. ¿Por qué este hombre de ciudad, hermoso y poderoso querría verme? La idea es absurda y la pateo fuera de mi cabeza.

—¿Está en Portland por negocios? —pregunto y mi voz es muy aguda, como si hubiera aplastado mi dedo con una puerta o algo. ¡Demonios!

¡Trata de parecer tranquila, ____(tn)!

—Estaba visitando la división de granjas de la universidad. Tiene base en Vancouver. Actualmente, estoy fundando algunas investigaciones sobre la rotación de ganado y la ciencia del suelo —dice con naturalidad. ¿Ves? No está aquí para encontrarte en absoluto,se burla de mí, fuerte, orgulloso y enfadado. Me sonrojo ante mis caprichosos y tontos pensamientos.

—¿Todo es parte de tu plan alimenta-al-mundo? —pregunto

—Algo así —reconoce y sus labios se curvan en una media sonrisa.

Mira a la selección de organizadores de cables que tenemos en Clayton. ¿Qué demonios va a hacer con esos? No puedo imaginarlo como un tipo de persona “hagalo usted mismo” en absoluto. Sus dedos viajan por varios de los paquetes mostrados y por alguna razón inexplicable, tengo que mirar para otro lado. Se inclina y elige un paquete.

—Estos funcionarán —dice con su tan secreta sonrisa y me sonrojo.

—¿Algo más?

—Me gustaría un poco de cinta para enmascarar.

—¿Está redecorando? —Las palabras salen antes de que pueda detenerlas. ¿Seguramente contrata trabajadores o tiene un equipo para ayudarlo a decorar?

—No, no redecorando —dice rápidamente, luego sonríe burlonamente y tengo el incómodo sentimiento de que se está riendo de mí.

—Por aquí —murmuro avergonzada—. La cinta de enmascarar está en el pasillo de decoración.

—¿Trabajas aquí desde hace mucho? —Su voz es baja y me está mirando, sus ojos mieles concentrados fuertemente. Me sonrojo aún más brillantemente. ¿Por qué demonios tiene ese efecto sobre mí? Siento como si tuviera catorce años, inoportuna como siempre y fuera de lugar. ¡Ojos al frente, Steele!

—Cuatro años —mascullo mientras alcanzamos nuestro objetivo. Para distraerme, me inclino hacia abajo y escojo los dos anchos de cinta de enmascarar que tenemos en stock.

—Tomaré esa —dice Bieber, apuntando suavemente a la más ancha, la cual le paso. Nuestros dedos se rozan muy brevemente y la corriente está ahí de nuevo, corriendo a través de mí como si hubiera tocado un cable expuesto. Me atraganto involuntariamente cuando lo siento, todo el camino hacia abajo a algún lugar oscuro e inexplorado, profundo en mi barriga. Desesperadamente, busco alrededor por mi equilibrio.

—¿Algo más? —Mi voz es áspera y agitada.

—Algo de cuerda, creo. —Su voz refleja la mía, áspera.

—Por aquí. —Inclino mi cabeza hacia abajo para esconder mi recurrente sonrojo y me dirijo al pasillo.

—¿De qué tipo buscaba? Tenemos cuerda sintética y natural de filamento… trenzada… cuerda de cable… —Me detengo ante su expresión, sus ojos oscureciéndose. Dios santo.

—Llevaré cuatro metros y medio de la soga natural de filamento, por favor

Rápidamente, con dedos temblorosos, mido los cuatro metros y medio en la regla fija, consciente de su mirada miel y cálida sobre mí. No me atrevo a mirarlo. Jesús, ¿sería posible estar aún más conciente de mí misma? Tomando mi cuchillo Stanley del bolsillo trasero de mis jeans, la corto y la enrollo prolijamente antes de atarla en un nudo corredizo. Por algún milagro, me las arreglo para no cortarme un dedo con mi cuchillo.

—¿Fuiste una niña exploradora? —pregunta, labios esculturales y sensuales curvados en sorpresa. ¡No mires su boca!

—Las actividades de grupo organizados no son realmente lo mío, Sr. Bieber.

Levanta una ceja.

—¿Qué es lo tuyo, ____(tn)? —pregunta, su voz suave y su sonrisa secreta de vuelta. Lo miro, incapaz de expresarme. Estoy sobre placas tectónicas en movimiento. Trata de parecer tranquila, ____(tn), mi torturado subconsciente me ruega de rodillas.

—Libros —susurro, pero por dentro, mi subconsciente está gritando: ¡Tú! ¡Tú eres lo que me interesa! Lo callo de inmediato, mortificada porque mi psiquis esta teniendo ideas por encima de su nivel.

—¿Qué clase de libros? —Inclina su cabeza hacia un lado. ¿Por qué está tan interesado?

—Oh, ya sabes… lo usual. Los clásicos. Literatura británica, mayormente.

Frota su barbilla con su largo dedo índice y pulgar mientras contempla mi respuesta. O tal vez está muy aburrido y está intentando ocultarlo.

—¿Algo más que necesites? —Necesito poder superar este tema, esos dedos en en ese rostro son tan seductores.

—No lo sé. ¿Qué más me recomendarías?

¿Qué te recomendaría? Ni siquiera sé que estás haciendo.

—¿Para un hazlo-tú-mismo?

Asiente, sus ojos mieles vivos con un secreto humor. Me sonrojo y mis ojos vuelan involuntariamente por sus cómodos jeans.

—Overoles —replico y sé que ya no controlo lo que está saliendo de mi boca. Él levanta una ceja, sorprendido de nuevo.

—No querrás arruinar tu ropa. —Hago un gesto vago en dirección a sus jeans.

—Siempre podría quitármelos —replica


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