viernes, 5 de octubre de 2012

Capitulo 5 2/3


—Yo hago fotos de lugares ____(tn), no de personas —se queja José.

—José, ¿por favor? —le ruego.

Tomando mi celular, paseo por la sala de nuestro apartamento, deteniéndome frente a la ventana a mirar la pálida luz del atardecer.

—Dame ese teléfono. —Kate me quita el teléfono, sacudiendo su sedoso cabello rubio rojizo por encima del hombro— Escucha, José Rodríguez, si quieres que nuestro periódico cubra la entrada de tu show, tomarás esta foto para nosotros mañana ¿Capiche? —Kate puede ser increíblemente difícil.
—Bien. ____(tn)volverá a llamar con la dirección y la hora. Nos vemos mañana. —Cierra la tapa de mi teléfono—Arreglado. Todo lo que necesitamos hacer ahora es decidir dónde y cuándo. Llámalo.

 Sostiene el teléfono frente a mí. Mi estómago gira— Llama a Bieber, ¡ahora!

Le frunzo el ceño y busco en mi bolsillo su tarjeta. Tomo una respiración profunda, estabilizante y con los dedos temblorosos, marco el número.

—Eh... ¿Sr. Bieber? Es ____(tn) Steele.

No reconozco mi propia voz, estoy tan nerviosa. Hay una breve pausa. Estoy temblando.

—Señorita Steele. Qué bueno saber de usted. —Su voz ha cambiado.
Se sorprende, creo y suena tan cálido... incluso seductor. Mi respiración se entrecorta y suspiro. Soy consciente de que de repente Katherine Kavanagh me está mirando con la boca abierta y me lanzo hacia la cocina para evitar su escrutinio no deseado.

—Eh… nos gustaría seguir adelante con la sesión de fotos para el artículo.

Respira, ____(tn), respira. Mis pulmones se arrastran en una respiración apresurada.

—     Mañana, si eso está bien. ¿Dónde sería conveniente para usted, señor?

Casi puedo escuchar su sonrisa de misterio a través del teléfono.

—Me quedo en el Heathman de Portland. Digamos, ¿a las nueve y media de la mañana?

—Bueno, nos vemos allí.
Estoy toda efusiva y entrecortada… como un niño, no como una mujer adulta que puede votar y beber legalmente en el Estado de Washington.

—Estaré esperándolo, señorita Steele.

Me imagino el brillo perverso en sus ojos grises. ¿Cómo hace para que cuatro pequeñas palabras contengan tantas tentadoras promesas? Cuelgo. Kate está en la cocina y me observa con una mirada de consternación total y absoluta en su rostro.

—____(tn) Rose Steele. ¡Te gusta! Nunca te he visto o escuchado tan, tan... afectada por nadie. En realidad estás ruborizada.

—Oh, Kate, tú sabes que me sonrojo todo el tiempo. Es un riesgo laboral conmigo. No seas ridícula —le suelto. Parpadea, mirándome con sorpresa —muy rara vez saco mis juguetes del coche— y me arrepiento brevemente—. Sólo lo encuentro... intimidante, eso es todo.

—Heathman, figúrate —murmura Kate—. Voy a llamar al manager para negociar un espacio para la toma.

—Haré la cena. Luego tengo que estudiar.

No puedo ocultar mi irritación con ella mientras abro uno de los armarios para hacer la cena.
Estoy intranquila esa noche, dando vueltas y vueltas. Soñando con ojos mieles, overoles, piernas largas, dedos largos y oscuros, oscuros sitios inexplorados. Me levanto dos veces en la noche, mi corazón latiendo con fuerza. Oh, voy a lucir hermosa mañana durmiendo tan poco, me regaño. Golpeo mi almohada y trato de dormir.


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