domingo, 7 de octubre de 2012

Capitulo 6




—Estoy ansioso por leer el artículo, señorita Kavanagh —murmura Bieber y se vuelve hacia mí, de pie junto a la puerta
—¿Podría caminar conmigo, señorita Steele? —pregunta.

—Claro —digo, totalmente desconcertada. Miro ansiosamente a Kate, quien se encoge de hombros. Me doy cuenta de que José tiene el ceño fruncido detrás de ella.

—Buen día para todos —dice Bieber mientras abre la puerta, parándose a un lado para que yo pueda ir primero.

Infierno Santo... ¿qué es esto? ¿Qué quiere? Me detengo en el pasillo del hotel, moviéndome nerviosamente mientras Bieber sale de la habitación, seguido por el Sr. corte de militar en su traje impecable.

—Yo te llamo, Kenny —murmura a corte de militar.

Kenny camina por el pasillo y Bieber vuelve sus ardientes ojos mieles hacia mí.

—Me preguntaba si te gustaría acompañarme a tomar café esta mañana.

Mi corazón salta de golpe hasta mi boca. ¿Una cita? Justin Bieber  me está pidiendo una cita. Pregunta si deseo tomar un café. Tal vez piensa que no te has despertado todavía, mi subconsciente gime en un modo burlón otra vez. Me aclaro la garganta tratando de controlar mis nervios.

—Debo llevar a todos a casa —murmuro en tono de disculpa, retorciendo mis manos y dedos frente a mí.

—¡Kenny! —llama, haciéndome saltar.

 Kenny, que se había retirado por el pasillo, se da la vuelta y se dirige de nuevo hacia nosotros.

— ¿Regresan a la universidad? —pregunta Bieber, su voz suave e inquietante. Asiento con la cabeza, demasiado aturdida como para hablar.

—Kenny puede llevarlos. Es mi chofer. Tenemos un amplio 4x4 aquí, así que podrá también con el equipo.

—¿Señor Bieber? —pregunta Kenny cuando llega hasta nosotros, dejando algo de distancia.

—Por favor, ¿puedes llevar al fotógrafo, su ayudante y a la señorita Kavanagh de vuelta a casa?

—Por supuesto, señor —responde Kenny.

—Ahí lo tienes. Ahora, ¿puedes acompañarme a tomar un café? —Bieber sonríe como si fuera un hecho.

Frunzo el ceño ante él.

—Um, Sr. Bieber, eh… esto realmente... mire, Kenny no tiene que llevarlos a casa.

Le doy una breve mirada a Kenny.

—Puedo cambiar de vehículo con Kate, si me da un momento.


Bieber muestra una deslumbrante, descontrolada, natural y gloriosa sonrisa mostrando los dientes. Oh mi... y abre la puerta de la suite para que pueda volver a entrar. Me deslizo alrededor de él para entrar en la habitación, encontrando a Katherine sumergida en una discusión con José.

—____(tn), creo que definitivamente le gustas —dice sin preámbulos. José me mira con desaprobación—. Pero no confío en él —añade. Levanto mi mano hacia arriba con la esperanza de que deje de hablar. Por algún milagro, lo hace.

—Kate, si tomas el Beetle, ¿puedo quedarme con tu auto?

—¿Por qué?

—Justin Bieber  me ha pedido que vaya a tomar un café con él.

Su boca se abre. ¡Kate sin palabras! Saboreo el momento. Me toma por el brazo y me arrastra hacia el dormitorio fuera de la sala de estar de la suite.

—____(tn), hay algo en él. —Su tono de voz está lleno de advertencia—. Es hermoso, estoy de acuerdo, pero creo que es peligroso. Especialmente para alguien como tú.

Él sonríe.

—Después de usted, señorita Steele.

Se endereza, extendiendo su mano para que pase primero. Hago mi camino por el pasillo, con mis rodillas inestables, mi estómago lleno de mariposas y mi corazón latiendo en mi boca con un dramático ritmo desigual. Voy a tomar un café con Justin Bieber... y odio el café.

Caminamos juntos por el pasillo del hotel hasta los ascensores. ¿Qué debo decirle? Mi mente está paralizada repentinamente con aprensión. ¿De qué vamos a hablar? ¿Qué diablos tengo en común con él? Su voz suave y cálida me saca de mi ensueño.

—¿Cuánto tiempo hace que conoce a Katherine Kavanagh?

Ah, una pregunta fácil para empezar.

—Desde nuestro primer año. Es una buena amiga.

—Hmm —responde, sin compromiso. ¿Qué está pensando?

En los ascensores, presiona el botón de llamada y suena el timbre casi de inmediato. Las puertas deslizables se abren revelando a una joven pareja en un abrazo apasionado. Sorprendidos y avergonzados, se separan de un salto, mirando con aire de culpabilidad hacia todos lados excepto a nosotros.

 Bieber y yo subimos al ascensor. Luchando por mantener un rostro serio, miro hacia el suelo, sintiendo mis mejillas volverse rosadas. Cuando fisgoneo a través de mis pestañas hacia Bieber, observo una  sonrisa en sus labios, pero es muy difícil de decir. La joven pareja no dice nada y viajamos hacia el primer piso en un silencio embarazoso. Ni siquiera tenemos un pretencioso hilo musical que nos distraiga.

Las puertas se abren y, para mi sorpresa, Bieber toma mi mano, apretándola con sus largos y fríos dedos. Siento la corriente a través de mí y el latido de mi corazón se acelera. A medida que me ayuda a salir del ascensor, escuchamos la erupción de carcajadas reprimidas de la pareja detrás de nosotros. Bieber sonríe.

—¿Qué es lo que tienen los ascensores? —murmura.

Cruzamos el amplio y animado vestíbulo del hotel hacia la entrada, pero Bieber evita la puerta giratoria y me pregunto si se debe a que tendría que soltar mi mano.

Afuera, es un templado domingo de mayo. El sol brilla y el tráfico es ligero. Bieber gira a la izquierda y camina hacia la esquina, donde nos detenemos a esperar a que cambie la luz del semáforo para peatones.

Todavía está sosteniendo mi mano. Estoy en la calle y Justin Bieber  está tomando mi mano. Nadie ha tomado mi mano. Me siento mareada y con un hormigueo en todo el cuerpo. Intento sofocar la mueca ridícula que amenazacon dividir mi rostro en dos. Trata de ser genial, ____(tn),mi subconsciente me implora. Entonces, el hombrecito verde se enciende y comenzamos a caminar otra vez.

Caminamos cuatro cuadras antes de llegar al Café de Portland House, en donde Bieber  me suelta para mantener la puerta abierta para que pueda entrar.

—¿Por qué no eliges una mesa mientras voy a buscar las bebidas? ¿Qué le gustaría? —pregunta, amable como siempre.

—Voy a tomar... um, un té English Breakfast, con la bolsa afuera.

Levanta las cejas.

—¿No café?

—No estoy interesada en el café.

Sonríe.

—Está bien, bolsa de té. ¿Azúcar?

Por un momento, estoy sorprendida, pensando que es una palabra de cariño, pero afortunadamente, mi subconsciente se activa con los labios fruncidos. No, *beep*. ¿Tomas azúcar?

—No, gracias. —Miro hacia abajo a mis dedos cruzados.

—¿Algo para comer?

—No, gracias. —Niego con la cabeza y se dirige al mostrador.

Lo miro disimuladamente desde debajo de mis pestañas mientras se encuentra en la línea de espera para ser atendido. Podría mirarlo todo el día... es alto, de hombros anchos, delgados y la forma en que los pantalones cuelgan de su cadera... ¡Oh Dios! Pasa una o dos veces sus dedos largos y elegantes por su cabello seco, pero todavía desordenado. Hmm... Me gustaría hacer eso. El pensamiento viene espontáneamente a mi mente y mi rostro quema. Me muerdo el labio y miro abajo hacia mis manos otra vez, sin gustarme el curso de mis pensamientos rebeldes.

—¿Un penique por tus pensamientos? —Bieber está de vuelta, sorprendiéndome.
Me pongo color carmesí. Sólo estaba pensando acerca de cómo pasaría mis dedos por tu cabello y me preguntaba si se sentiría suave al tacto. Niego con la cabeza.

Está cargando una bandeja, la cual coloca en la pequeña y redonda mesa de abedul. Me da una taza y un plato, un vaso de agua pequeño y una bandeja que lleva una solitaria bolsita de té etiquetada como Twinings English Breakfast… mi favorito. Él tiene un café que lleva una maravillosa imagen de hoja impresa en la leche. ¿Cómo lo hacen? Me pregunto sin decir nada.

También se compró un muffin de arándanos. Pone la bandeja a un lado, se sienta frente a mí y cruza sus largas piernas. Se le ve tan cómodo, tan a gusto con su cuerpo, lo envidio. Aquí estoy yo, toda torpe y des coordinada  apenas capaz de ir de A a B sin caer de bruces.

—¿Tus pensamientos? —pregunta.

—Éste es mi té favorito.

Mi voz es baja, entrecortada. Simplemente no puedo creer que esté sentada frente a Justin Bieber en una cafetería de Portland. Frunce el ceño. Sabe que estoy ocultando algo. Hago estallar la bolsita de té en la tetera y casi de inmediato la tomo de nuevo con mi cucharilla. Mientras pongo de nuevo la bolsita de té usada en la bandeja, él ladea la cabeza, mirándome con curiosidad.

—Me gusta el té negro y poco cargado —murmuro en tono de explicación.

—Ya veo. ¿Es tu novio?

No hay comentarios:

Publicar un comentario